De contrastes vive la
belleza.
Colores amantes y
sombras ignífugas
prenden mecha al
anochecer
del pájaro que se
acicala
con la ventana abierta
donde chocan las olas
sobre la línea de la
carne
y dibuja formas
concéntricas
cuando un gemido
dispara al silencio.
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