domingo, 29 de agosto de 2021

El cronista

 







Como cualquier mortal, Carlos era de carne y hueso.

Por dentro estaba relleno de bondad, letras

y amor por nuestro pueblo y sus tradiciones.

Construyó una máquina del tiempo con  palabras,

como si fuese Saturno nos invitaba a viajar

por las tierras parturientas de cereales, aceitunas y uvas;

nos paseaba por estas calles, tan rejuvenecidas entonces…  

Panaderías, molinos, yunques y martillos aún trabajan

en la historia de nuestro pueblo gracias a sus manos.  

Con las panzas llenas nos ha hecho salivar su escritura,

al llegar cualquier fiesta amasaba nuestra gastronomía

o nos acercaba a sus orígenes, con el reflejo de los cambios

entre los que se ha movido su existencia, tan animosa.  

Ahora, desde allí arriba, habla a los ángeles sobre nosotros.  

 

A Carlos Piqueras Medina