Somos
la pequeña gota de un grifo gélido
que
cede sus hijos a la tierra.
Mundo, mundo,
uno a uno te vas llevando.
Se
van envueltos en aire de tergal
y
arañan el ayer
sus
veintiún gramos exiliados.
Las
cosas por hacer son dagas
en
la boca de un faquir hambriento.
Camina
sobre coronas de flores,
acaricia
con manos de sangre
y
mira a través de escarabajos inertes
clavados
en tu pelo.
Escribir sobre la muerte puede parecer tabú. Pero describirla con estas hermosas palabras la acerca, con la lección aprendida de que solo perdemos esos 21 gramos de alma cuando en realidad puede que nada tenga medida pero sí sentido.
ResponderEliminarBellísimo poema, Antonio. Un abrazo.
Perdemos unos gramos a cambio de intensificar los recuerdos. Muchas gracias por dejar tus sabias palabras. Un abrazo.
EliminarHermoso poema sobre la pérdida y el final que nos acecha a todos. Depurado y contundente, imagino que escrito desde le dolor. Muchas gracias por compartirlo
ResponderEliminarMuchas gracias Lola, el dolor se debe usar para allanar el camino. Si no carece de sentido. Saludos.
EliminarMaravilloso poema, lo he leído varias veces...Quizá lo que más nos preocupa de la muerte es dejar nuestra misión a medias, no?
ResponderEliminarTal vez sea eso, siempre dejamos nuestra misión a medias. Gracias por comentar.
EliminarGracias a ti!
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