A Almudena.
Abre otra ventana,
cada vez entra más claridad.
Reina en su laberinto
construido de ausencias
y nunca se pierde.
Aprendió a volar saltando.
Tiene la fuerza de Esparta en
los pies,
destellos de embrujo en los
ojos
y manos que saben curar.
Baila con el viento de junio
las canciones que dibuja la
sierra.
Hoy el cielo huele a palomitas,
dulce esencia de niñez tatuada
en el mapa de su tesoro.
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