Dos melenas en la almohada
rodean al más femíneo beso,
una joya de carmín adornado
por el mismo pintalabios.
Dos gatas juguetonas ronronean
esta madrugada de embrujo
y se lamen a sorbos.
Cuatro ojos dilatados se miran
en el espejo del mismo rímel
sin pestañear.
Manos de seda que acarician
la misma tela
del telar de la pasión hispana,
piernas que abrazan
para no abrir fronteras
en la cordillera de los Montes de Venus
donde fluye su placer,
seísmo que eriza la seda más frágil
desgarrada por el eco de dos placas tectónicas
de la misma tierra
que aflora en forma de gemido
haciéndose el mundo en un abrazo.
(Ilustración: LaPatry Cruz)