Conozco a alguien que todo lo sabe, 
es quien que nos lleva a soplos 
como el niño a su molinillo.
Es la línea que confirma 
al igual que engaña o desengaña 
eso que llega sin esperar; 
el mismo que castiga a las personas impacientes 
a mover su minutero sin rechistar. 
Es la alfombra que recoge los pasos errantes, 
quien llama a la carcoma que devorará                                                                nuestros huesos. 
Es un ser caprichoso que, según su antojo, 
moldeará las facciones de tu cara.
Es el ser más siniestro que conozco: 
nos roba lo que más queremos 
y sabe como ilusionarnos de nuevo.
Conozco al único ser eterno,
el que pare y mata dioses, 
aquel que te envuelve de olvido 
o engüera tus recuerdos. 
Un continuo punto de partida 
que resbala gratitud y maldiciones. 
Sé que es quien me despertará mañana 
disfrazado de presente 
como el niño infinito que juega sin regla                                                                          alguna.
Conozco a quien tiene la única voz 
que define lo duradero y lo efímero, 
alguien que tropieza en el pasado 
del que se ríe como un joven inexperto.
Arriba y abajo, ahora y después
nos espera el futuro. 
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