en un bolsillo carcomido por cangrejos invasores.
La larga espera se olvida atada
al humo del tren en un museo
con pisadas despegadas del suelo.
Socios y socias sacian su sed de sal en silencio
y yo abro las manos hasta crujir los huesos.
Munch me dibuja un grito si veo las noticias.
Arden mis llagas.
Tengo vida
(o eso dice mi voz).
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