Fue en la habitación de su hermanita
donde respiró ese nuevo sentimiento.
Los celos duelen
y más aún si son vistos
con la irracionalidad de los tres años.
Aquella fue la primera vez
en su corta vida que vio todo negro,
tuvo ganas de dar patadas
a cada una de las cosas
que componían su pequeño mundo.
Por impulso, y con algo de lógica,
se dirigió hacia la causante de su malestar.
Iba decidido
hasta que aquella sonrisa
llena de vida
dio un nuevo color a sus ojos,
el de la compañía.
Desde entonces
siempre han caminado con cuatro pies.
Que bonito poema, es tierno. Besos.
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