Lo
habían preparado desde que supieron la noticia. El plan era infalible y Sor
Trineo una experta de la velocidad. Tras el último rezo de la tarde se
perdieron entre el incienso, más tupido que de costumbre, y llegaron al patio
trasero del convento de clausura. Cuando se deslizaron sobre la nieve, la madre
superiora debería estar dormida como un tronco.
La
libertad tomó forma de invierno. Sor Prendente tuvo miedo, pero le pudo la
fuerza de volver a sentirse joven. Nada ni nadie les iba a impedir ver a
Raphael en concierto.