viernes, 30 de marzo de 2018

Estrella de cuatro puntas





Cuatro son las puntas de esta cruz,
la estrella que nos acorrala aquí y ahora
y dentro de este caos nos asfixia
entre pretéritos y devenires.




El patibulum maneja a sus anchas
todos los pasos. Más o menos sujetos
por la salud, la dicha y el apego.


La cruz suma y no lo vemos. Restamos
serrín a su cuerpo. Con chispas y virutas
se esculpe la indiferencia entre iguales.   




Descendemos por su stipes hacia el suelo
mientras lo vivido se dibuja cuesta arriba
con un vértigo ardiente. No cabe nada más,
las distracciones son escarcha en la tarde.



La vida es aquello que nos impulsa
al andar con el cuerpo vacío.
Las vivencias, caramelos adheridos
en el paladar de una boca sin dientes.



Con hambre de carcoma abrimos los ojos,
el olor a tierra nos enseña a apreciar los días.
Su dulciamarga esencia engaña,
no es un regalo lo que mata.





2 comentarios:

  1. A veves se me escapa alguna línea en ese intenso devenir de un buen poema. La cruz como una estrella o la estrella vista como una cruz.
    Quizás cargamos demasiado tiempo con una cruz en nuestras espaldas, cuando lo ideal sería no entregársela a nadie sino dejarla plantada en tierra como símbolo y recuerdo de aquel nuestro primer conocimiento. Somos lo que somos por aquello que nos enseñaron. Nunca fuimos dueños de nuestro destino, ahora menos. Un abrazo.

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    1. Bonita interpretación. Si la estrella, sea cual sea el punto de vista,se planta en la tierra seguro será más productivo que pasearla a cuestas. Gracias por tu comentario.

      Un abrazo.

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