sábado, 12 de marzo de 2016

ÉL A SUS SESENTA.



  A Antonio.


Él a sus sesenta, y a veces quince,
se fuma el mundo como quiere.
Carga sin pesar en sus espaldas
aquello que no le dejaron ser
sin mirar con los ojos del rencor.


Hace de la nieve un lago
donde construye patos de alambre
y si no nadan, les sopla.


Él a sus sesenta, y a veces triste,
no sabe qué cable agarrar
cuando soplan tempestades.
No entiende de peleas y se aferra al suelo.


Siervo de las dos generaciones
que caminan entre sus abrazos
venció a Edipo sin desenvainar la espada
mientras Electra le miraba de reojo.


Él a sus sesenta y siempre padre.
















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