martes, 2 de mayo de 2017

FÁBULA DE LA ABEJA Y EL ÁRBOL EN FLOR.



En un ingenuo y frondoso paisaje,
zona  indómita de escaso peaje
llegó, cansada, una joven abeja de viaje.
Vio como destacaba un árbol en flor,
muy voluminoso y con cara de dolor.



El árbol la observaba cuando ella se paró en una flor,
sonrojado, empezó a latir más fuerte su corazón
cuando algo, carcomido, muy dentro se estremeció.



No hagas eso, maldita”- Dijo el árbol a la abeja
que vuela que vuela que trepa que trepa
por sus hojas y sentimientos, rozó su corteza.



Yo estoy aquí, tan sólo y estático,
que me ciego ante un ser tan dinámico
como tú” - Se lamentaba el arbolito
al ver con alegría que un ser como la abeja
se había fijado en él y no por su belleza.
Cuando ella respondió comenzó algo en la pareja:



Tranquilo quédate que contigo estaré.
Volaré a tu lado, comeré de tus flores
y, al trepar por tu piel, cosquillas te haré
Siguió la abeja, que notaba ciertos temblores.



Un día tú te irás pues yo no tendré ninguna flor
y aquí me quedaré con recuerdos y dolor
Lloraba el árbol, víctima de la experiencia;
Ella no entendía lo extraño de aquella ciencia.



No digas eso” - dijo la abeja conmovida -
Yo me quedaré y si muero será por amor
Él se enorgulleció al recibir de regalo una vida
y la disfrutaron como nadie en el bosque los dos.



Pasó el tiempo, llegó el frío que no espera
y partieron quienes tenían que irse,
salvo la abeja osada que hubo de morirse
quedándose el árbol sin abeja ni flor, dolido,
en espera de la muerte, pues dudaba que herido
por la falta de tal ser querido viese otra primavera.



Y vuela que vuela y trepa que trepa
está en algún lugar unida su esencia
de amantes que no tuvieron paciencia.
Es lo que cuenta el viento a quien no lo sepa.


(2010)