A Sonia.
Su cara dibuja veranos al soplo de un ángel.
Toca el cielo cuando se tapa los ojos
y peina playas cada amanecer.
Nada le impide dejar de ver amarillo
el asfalto donde vuelve la luz
otra vez a las diez de la noche
si levanta sonrisas de reencuentro.
A la sombra de un lápiz vela su mundo
cuando las musas le dicen donde mirar.