Se asoma tarde, pero se asoma el sol a la gavillera. Corre deprisa sobre las muchachas que recogen la ropa seca. Sus manos inocentes poco mal conocen, salvo alguna travesura, y sus labios ya se perfilan para besar al zagal del que se enamorarán. Todos los labios menos los de una, la de la trenza azabache, esa que se sonroja y tartamudea al hablar de amor. Es la única que permanecerá soltera mientras sueña con otra mujer que esparza su melena sobre el almohadón después que se asome tarde, pero se asome, el sol a la gavillera.
miércoles, 15 de mayo de 2013
ESTAMPA DE MEDIADOS DEL SIGLO XX
Se asoma tarde, pero se asoma el sol a la gavillera. Corre deprisa sobre las muchachas que recogen la ropa seca. Sus manos inocentes poco mal conocen, salvo alguna travesura, y sus labios ya se perfilan para besar al zagal del que se enamorarán. Todos los labios menos los de una, la de la trenza azabache, esa que se sonroja y tartamudea al hablar de amor. Es la única que permanecerá soltera mientras sueña con otra mujer que esparza su melena sobre el almohadón después que se asome tarde, pero se asome, el sol a la gavillera.
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