-¡Pero, Ramón…! ¿Cómo te atreves a decir delante de tus amigotes que no me conoces? ¡Eres un cachomierda! ¡Que se entere todo el mundo! No tengo la culpa de que haya venido por sorpresa la pobre de tu mujer. ¡A mí no me haces esto! ¡Estoy muy harta de ser la otra! ¡Esta es la última! Mañana dejaré las llaves del piso al portero, puedes recogerlas cuando te plazca. Me voy al pueblo. Ahora de verdad, no como hace dos meses que me tuve que ir a Londres. - Dijo antes de tirarle la mirinda de su vaso y marchase.